lunes, 2 de junio de 2014

¿Y ahora que?

   Hoy es un día para la historia. A las once menos veinticinco de la mañana  Rajoy anunciaba en una comparecencia, sobre la que en  horas anteriores se había especulado mucho y sobre la que El Periódico acertó, que el rey abdicaba. Bombazo informativo que trastocaba todas las agendas y programaciones, que llevaban a elaborar extensos especiales informativos .La noticia ha sacudido, como un calambre, decía José Antonio Marcos, a la población, habiéndose convertido en tema de conversación principal y fundamental. Mucho tiempo llevaba la monarquía viviendo con respiración asistida, ha dicho Iñaki Gabilondo. El rey ha sido el fusible a quemar fruto de la inestabilidad política del régimen apuntaba Josep Ramoneda. PSOE y PP han  ensalzado rápidamente  la figura de Juan Carlos y han abogado por la monarquía constitucional como forma de estado. IU, Equo y Podemos han reclamado la celebración de un referéndum; Cayo Lara salía  para decir que el siempre ha soñado con una república y que quizá sea ahora el momento. Se han convocado diversas manifestaciones en diversas capitales españolas.

  Es cierto, una abdicación no se vive todos los días, aunque esta se veía llegar. La anterior había sido la de Alfonso xiii, el 13 de Abril de 1931, cuando forzado por los acontecimientos, tras las elecciones que habían tenido lugar el día anterior y en un momento en que la monarquía había quedado muy dañada tras su respaldo a la dictadura de Primo de Rivera, tras ser acusado de violar la constitución al disolver las cortes y con el ambiente sociopolítico en su contra, decidió abandonar España. Un día después se proclamaría, de manera oficial, la segunda república .Este cambio llega en un momento de cambios, en un momento de novedades y viene a reavivar esperanzas de renovación. Batacazo del bipartidismo, irrupción de partidos con nuevas ideas y planteamiento de métodos y prioridades diferentes, cambios en la primera línea de la política, y ahora, tras 39 años en el trono el rey abdica. Habrá pensado dedicarse a navegar, viajar, ver crecer a sus nietos, cazar…Vamos, lo que hacía antes. Tiemblan hoy los elefantes al enterarse de que el rey va a tener más (aún más) tiempo libre.

  Ni Rajoy ni el rey se habrán planteado el hecho de que igual no haya que pasar el testigo y dar continuidad al sistema sin preguntar antes a los ciudadanos. La monarquía parlamentaria es la forma de estado que se lee en nuestra constitución. Desde luego, la transición fue un momento complicado, cuanto menos se discutiese mejor para progresar. Muchos, en aquella situación con aquellas características tan específicas, en aquel contexto votaron aquella constitución avalando la monarquía, silenciando sus querencias de república, cediendo. Y cada vez somos más los españoles que, por edad, no pudimos votarla. En su momento el papel del rey tuvo su función, quizá fundamental, podemos no negar el papel que ha tenido Juan Carlos en la historia de España y agradecer el papel que jugó para que fracasara el golpe de estado de Tejero, pero no nos podemos anclar a eso para toda la vida. En otras situaciones he abogado, y lo vuelvo a hacer en esta por una reforma de la constitución para adaptarla a la sociedad actual.

   Este ha sido el rey de todos, decía Cospedal, al tiempo que insistía en que “si somos el país que somos se debe, en gran parte, a las habilidades del rey (lo cual puede tener varias lecturas).Pero no, este ha sido el rey de los monárquicos y de los Juan Carlistas, pero no todos sentimos como natural ni nos sentimos representados por esta institución. Desde 2004 la apreciación y valoración del rey y de la familia “real” (que ya duele tener que llamarle real, porque, ya de entrada es sinónimo de reconocer que son personas superiores al resto de los mortales) ha ido decayendo.  Decía Antón Losada que por ignorarlos y eliminarlos de la agenda política y mediática los problemas y debates no desaparecen. Y el debate de la monarquía como forma de estado aunque se haya ocultado o intentado evitar siempre ha estado presente. Los jóvenes del PSOE, pese a que la directiva de su partido no está de acuerdo, reclaman también que se celebre un referéndum. ¿Por qué tenemos tanto miedo a un referéndum? ¿Por qué tenemos miedo a preguntar a la gente lo que piensa?...Es más ¿Quién cree que tiene derecho a ignorar de manera tan flagrante la opinión de la gente? (aunque desgraciadamente estemos tan sumamente acostumbrados) .

  Cada vez es más difícil explicar que la cúspide de un sistema democrático se base en un sistema, basado a su vez, en la transmisión hereditaria del poder, decía Isaías Lafuente. A mí me resulta realmente incomprensible. El príncipe estará muy bien formado y, aunque no creo que los sufra, estará al tanto de los problemas sociales actuales. Será un hombre de nuestra época, como señalaban algunos…Pero creo que es un sistema profundamente anacrónico y trasnochado, de privilegios injustos y tan antidemocráticos, pues no votamos al jefe del estado, como el hecho de no hacer un referéndum que, por otra parte, en caso de ganar el sí, legitimaría a la monarquía.