Hoy es
un día para la historia. A las once menos veinticinco de la mañana Rajoy
anunciaba en una comparecencia, sobre la que en horas anteriores se había especulado mucho y
sobre la que El Periódico acertó, que el rey abdicaba. Bombazo
informativo que trastocaba todas las agendas y programaciones, que llevaban a
elaborar extensos especiales informativos .La noticia ha sacudido, como un
calambre, decía José Antonio Marcos, a la población, habiéndose convertido en
tema de conversación principal y fundamental. Mucho tiempo llevaba la
monarquía viviendo con respiración asistida, ha dicho Iñaki Gabilondo. El
rey ha sido el fusible a quemar fruto de la inestabilidad política del régimen
apuntaba Josep Ramoneda. PSOE y PP han ensalzado rápidamente
la figura de Juan Carlos y han abogado por la monarquía constitucional como
forma de estado. IU, Equo y Podemos han reclamado la celebración de un referéndum;
Cayo Lara salía para decir que el siempre ha soñado con una república y
que quizá sea ahora el momento. Se han convocado diversas manifestaciones en
diversas capitales españolas.
Es cierto, una abdicación no se vive todos
los días, aunque esta se veía llegar. La anterior había sido la de Alfonso
xiii, el 13 de Abril de 1931, cuando forzado por los acontecimientos, tras las
elecciones que habían tenido lugar el día anterior y en un momento en que la
monarquía había quedado muy dañada tras su respaldo a la dictadura de Primo de
Rivera, tras ser acusado de violar la constitución al disolver las cortes y con
el ambiente sociopolítico en su contra, decidió abandonar España. Un día después
se proclamaría, de manera oficial, la segunda república .Este cambio llega en
un momento de cambios, en un momento de novedades y viene a reavivar esperanzas
de renovación. Batacazo del bipartidismo, irrupción de partidos con nuevas
ideas y planteamiento de métodos y prioridades diferentes, cambios en la
primera línea de la política, y ahora, tras 39 años en el trono el rey abdica. Habrá
pensado dedicarse a navegar, viajar, ver crecer a sus nietos, cazar…Vamos, lo
que hacía antes. Tiemblan hoy los elefantes al enterarse de que el rey va a
tener más (aún más) tiempo libre.
Ni Rajoy ni el rey se habrán planteado el
hecho de que igual no haya que pasar el testigo y dar continuidad al sistema
sin preguntar antes a los ciudadanos. La monarquía parlamentaria es la forma de
estado que se lee en nuestra constitución. Desde luego, la transición fue un
momento complicado, cuanto menos se discutiese mejor para progresar. Muchos, en
aquella situación con aquellas características tan específicas, en aquel
contexto votaron aquella constitución avalando la monarquía, silenciando sus
querencias de república, cediendo. Y cada vez somos más los españoles que, por
edad, no pudimos votarla. En su momento el papel del rey tuvo su función, quizá
fundamental, podemos no negar el papel que ha tenido Juan Carlos en la historia
de España y agradecer el papel que jugó para que fracasara el golpe de estado
de Tejero, pero no nos podemos anclar a eso para toda la vida. En otras
situaciones he abogado, y lo vuelvo a hacer en esta por una reforma de la constitución
para adaptarla a la sociedad actual.
Este
ha sido el rey de todos, decía Cospedal, al tiempo que insistía en que “si
somos el país que somos se debe, en gran parte, a las habilidades del rey (lo cual
puede tener varias lecturas).Pero no, este ha sido el rey de los monárquicos y
de los Juan Carlistas, pero no todos sentimos como natural ni nos sentimos
representados por esta institución. Desde 2004 la apreciación y valoración del
rey y de la familia “real” (que ya duele tener que llamarle real, porque, ya de
entrada es sinónimo de reconocer que son personas superiores al resto de los
mortales) ha ido decayendo. Decía Antón
Losada que por ignorarlos y eliminarlos de la agenda política y mediática los
problemas y debates no desaparecen. Y el debate de la monarquía como forma de
estado aunque se haya ocultado o intentado evitar siempre ha estado presente.
Los jóvenes del PSOE, pese a que la directiva de su partido no está de acuerdo,
reclaman también que se celebre un referéndum. ¿Por qué tenemos tanto miedo a
un referéndum? ¿Por qué tenemos miedo a preguntar a la gente lo que
piensa?...Es más ¿Quién cree que tiene derecho a ignorar de manera tan
flagrante la opinión de la gente? (aunque desgraciadamente estemos tan
sumamente acostumbrados) .
Cada vez es más difícil explicar que la
cúspide de un sistema democrático se base en un sistema, basado a su vez, en la
transmisión hereditaria del poder, decía Isaías Lafuente. A mí me resulta
realmente incomprensible. El príncipe estará muy bien formado y, aunque no creo
que los sufra, estará al tanto de los problemas sociales actuales. Será un
hombre de nuestra época, como señalaban algunos…Pero creo que es un sistema
profundamente anacrónico y trasnochado, de privilegios injustos y tan
antidemocráticos, pues no votamos al jefe del estado, como el hecho de no hacer
un referéndum que, por otra parte, en caso de ganar el sí, legitimaría a la
monarquía.