viernes, 21 de marzo de 2014

Marchas de la dignidad, marchas de la unidad

    Mañana Sábado llegarán a su destino las columnas humanas que faltan por llegar y que, durante semanas, han estado caminando desde todos los puntos de la geografía española para unirse en una gran marea en Madrid. En estos tiempos la palabra marea ya tiene menos que ver con los movimientos de las corrientes marítimas que con las muchedumbres de personas que se mueven en una misma dirección y con los mismos objetivos. Los objetivos están claros, la dirección también, justo la contraria de la que lleva un sistema que está dejando a demasiada gente por el camino. Ya conocemos mareas de todos los colores, a cada una la hemos conocido protestando, reivindicando por lo suyo, por aquello que les arrebatan. La marea blanca es la de la sanidad pública, la verde la de la educación, la violeta la marea contra la nueva ley del aborto, roja por los derechos laborales. ..Son muchos los que dicen que así, manifestándose, no se consigue nada, que hay que esperar a las próximas elecciones y manifestarnos mediante el voto. Pero por muy “legitimado por las urnas” que esté este gobierno hay determinadas cosas que no se pueden permitir, que no pueden esperar.

    La gente tiene que expresarse, y a falta de canales para ello necesita protestar y hacerse oír, aunque por mucho que griten no logren ser escuchados. Lo lamentable de la situación que vivimos hace que las manifestaciones sean muchas y continuadas(los médicos, pacientes, los alumnos y profesores, los yayo flautas, pensionistas y estafados por las preferentes, los jóvenes sin futuro, los parados desesperados, los trabajadores precarizados, los votantes estafados, los dependientes sin ayuda y sus familiares, los que sienten que nos estafan y que los “sacrificios” injustos, desequilibrados y tan mal repartidos como los beneficios no nos compensan, los que se ven sin opciones y sin que nadie les proteja o se preocupe por ellos, los golpeados por las represivas fuerzas de seguridad sin más consecuencias que sus lesiones y su humillación, todos en solidaridad con los anteriores… )y que, por tanto, los medios dejen de hacerse eco de ellas. Estas semanas atrás la crítica contra la inmensa mayoría de los medios por no pronunciar palabra de las marchas se hacían notar en las redes sociales, que ahora son el canal alternativo. Mañana sábado, todos, por el acontecimiento en sí, más que por su trascendencia lo darán en sus informativos aunque anteriormente no hayan dicho absolutamente nada. La SER lo ha tocado, La Sexta también, algunos se salvan.

  Lamento no estar mañana en Madrid para participar en estas Marchas en las que, estoy seguro, se mezclaran muchas razones, sobrevolarán muchos argumentos, no serán pocas las proclamas, cánticos y banderas, pero, al fin y al cabo, todos los participantes estarán unidos por una palabra, la palabra que han escogido para dar nombre a las marchas:”Dignidad”. Y es que el objetivo es evitar que sigan pisoteándonos, que no nos sigan maltratando a conciencia, que no nos arrebaten la poquita dignidad que nos queda . Mañana serán muchos los que clamarán contra tantas cosas...  Quizá haya que conceder algo a los más pesimistas, a los más apáticos, inmovilistas y desencantados con estos movimientos: En la práctica legislativa actual es posible que no se consiga gran cosa mañana. De hecho, poco ha cambiado la ley Wert pese a las 22.000 personas que gritamos hace unos meses en la gran manifestación contra los recortes y por una educación pública y laica. Sin embargo, la presión si consiguió paralizar la privatización de la sanidad madrileña y dar varios reveses al gobierno de esta comunidad. Y es que en eso consiste, en presionar, en hacerse oír, que mejor eso que quedarse en casa y protestar por lo bajo. Con la ley de “protección ciudadana”, mejor llamada ley mordaza ya nos dimos cuenta que algo les molestaba.

  Aunque quizá aquí el verdadero objetivo sea más importante, sea el de juntarse, el de unir a muchas personas en situaciones similares, ver a muchas personas que reivindican lo mismo, conocer a gente que cree que es necesario luchar por un mismo objetivo, saber que hay personas en las que el sentido común sigue reinando, saber que hay propuestas, ideas, soluciones, puntos de vista y visión de futuro…De un futuro distinto. Muchas de las personas que han participado en estas marchas no se conocían, no tienen contacto con la política, pero saben que necesitan comer, trabajar, tener una vivienda digna. Los une el grado de intolerancia, y a veces incomprensión para con la situación que estamos viviendo. Les unen los kilómetros que han hecho hasta llegar a Madrid, las agujetas,las circunstancias y las ilusiones. El sufrimiento compartido es menos duro, el cambio, cuantos más seamos y creamos en él, tiene más visos de hacerse realidad.

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