Ayer fallecía Nelson Mandela, hoy la mitad de los
informativos dedicaba la mitad de su
tiempo a repasar los principales momentos de su vida. Coincidía la pérdida de uno de los
hombres que más ha luchado por los derechos humanos con el cumpleaños de la
constitución española. Un seis de diciembre como hoy, pero hace treinta y cinco
años, en 1978, se aprobaba la carta magna, la ley suprema. Una constitución que
se aprobó en una complicada tesitura, que se votó a todo o nada y que en su tiempo fue lo mejor que pudo ser. Como ha escrito hoy en “El diario.es” Isaac Rosa "La Constitución no ha servido para
lo que podía haber servido, y sí para todo aquello que no estaba ni en su
espíritu". Una constitución a la que se alude constantemente
asegurando que la independencia de Cataluña no tiene cabida. Una constitución
que se ha utilizado a favor de la clase dominante porque hay margen para ello,
y es que son muchísimos los artículos que comienzan por, “la ley que se
establezca asegurará….”La constitución enmarca, pero los fundamentos se
elaboran y se cambian. Ese marco, para algunos aspectos resulta ser rígido, y
otras veces resulta ser totalmente moldeable. Una constitución que se hizo bajo
la sombra de la dictadura y que necesita una reforma urgente. En la
constitución se establece la pena de muerte en caso de guerra ,la inconcebible
inviolabilidad de la monarquía, la monarquía en si o el servicio militar
obligatorio, mientras derechos que están
ya conquistados, como el matrimonio homosexual no están explícitamente recogidos.
La constitución se aprobó en un pasado, y, aunque nacía con errores en aquel
entonces se trataba de una carta magna avanzada, sólida y ejemplo de un país
democrático en el que priman ante todo los derechos de los ciudadanos. Pero con
el paso de los años la sociedad cambia, evoluciona y resulta necesario hacer
retoques en la constitución, algunos de calado importante, reformas. Más aún
cuando resulto que casi la mitad de la población actual no la votó. No podemos
estar anclados a los requerimientos de 1978 .Parece, sin embargo que, cada vez
que se plantea cambiarla en algún sentido, a los dos grandes partidos políticos
les entran sudores. La actual situación y las leyes que la regulan parecen ser
las ideales para ellos. Sin embargo a la hora de saltarse algunos de los
artículos básicos como el derecho a la vivienda o al trabajo no tienen ningún
problema. El tema de Cataluña no tiene encaje en la constitución afirman
rotunda y tajantemente, porque resulta que es intocable. Si les hablamos de
algo claramente inconstitucional como el hecho de que haya casi seis millones
de personas que quieren y no pueden trabajar, que tienen que dormir bajo
puentes y entre cartones o que no tienen que llevarse a la boca ni pueden sacar
a sus hijos adelante...entonces, bueno…los límites establecidos por la
constitución no serán tan infranqueables. Los límites de la constitución se
verán sujetos a los caprichos de los sujetos que ostenten el poder.