domingo, 17 de noviembre de 2013

Aplausos asegurados, vehemencia garantizada

Cuando uno se encuentra ante seres que le idolatran le resulta más fácil y más sencillo exponer, hablar, opinar y mostrarse rotundo porque, sabe, los que le escuchan y le miran estarán de acuerdo con él en casi todo lo que diga, entenderán todo y si no, fingirán haberlo entendido y al, acabar, ya tiene asegurados los aplausos. Eso le ha pasado hoy a Mariano Rajoy, que si en el congreso cuanta con voces displicentes y con opiniones que disientan (aunque el sentimiento de que los que mandan, independientemente del color son todos  y obedecen todos a los mismos esté cada vez más generalizados) hoy ha podido lucirse. En un escenario ,que parecía montado por Ikea , igual porque emanara aire juvenil ( compuesto de pallets de madera y demás decorado inusual) ha recibido y se ha dirigido hoy a multitud de jóvenes de nuevas generaciones ,venidos de todas las partes de España.
  Ha hablado alegremente del ahorro que supone la disminución de la prima de riesgo, de que ya en las cumbres internacionales le preguntan por el crecimiento (Imagino que le preguntarán que si sabe por dónde anda, que si lo siente o lo presiente al menos).Ha asegurado que no se puede hacer una reforma a medias, que va a seguir con sus medidas y que no piensa levantar el pie del acelerador (simplemente volverá la cara para no ver a quien atropella en su carrera, que si es la de los incumplimientos e injusticias, puede llegar a ganar). Veías a los asistentes asiente que te asiente, parecía que disfrutando y compartiendo el entusiasmo de su líder, al que , sin duda, defienden a capa y espada. Oídas las principales del discurso  de Rajoy, parece que ha habido poco espacio para la queja, para la crítica, para los errores. O no los tienen, o no los asumen u hoy pretendían salir sin nada que empañase la buena noticia: Nuestro partido está sacando a España de la crisis (sin peros, sin efectos secundarios, sin pormenorizar…) emborrachándose con la frialdad de algunos datos macroeconómicos como la prima de riesgo o el aumento de las exportaciones, ojo, datos también relevantes.
  Y, ante los suyos, tampoco ha tenido que morderse la lengua en el asunto del independentismo catalán (supongo que Mas tampoco lo hará ante sus simpatizantes) y ni acuerdo, ni dialogo, ni tradición, ni reforma de la constitución. Hoy tirando de vehemencia y “gallardía” ha dicho que no permitirá lo que sería una falta a la soberanía nacional. El sabía de sobra que en esta reunión la intransigencia sería premiada.
Claro, cuando uno habla solo y exclusivamente para los suyos, para unos jóvenes ilusionados, que siguen creyendo en “el cambio” y con los ánimos un tanto enardecidos, para esa “esperanza de futuro” puede permitirse cualquier cosa.