lunes, 19 de mayo de 2014

A mi me hacía ilusión

  Pues me ha sentado mal, si. Tanto hablar de las Europeas, de la campaña, de los pronósticos y sondeos y de la necesidad de ir a votar y resulta que no voy a poder votar. Primera vez que podría votar y no voy a tener la posibilidad. Me es imposible  estar en mi localidad y ha pasado el plazo para votar por correo. Engrosaré y formaré parte de las increíbles cifras de abstención, el 56% en los últimos comicios que, según auguran los expertos y vienen a señalar las encuestas será bastante mayor este año. Tampoco te pierdes nada, que tu voto no iba a influir mucho, me dice un compañero. Pero las multitudes están formadas por individuos, y si son muchas las personas que piensan que su voto no va a servir a título individual y que, total ¿para qué?, posible y probablemente  salgan ganando los de siempre. El clima que se respira no puede estar más cargado de desidia y apatía. El desencanto,  hastía, la desconfianza y la incredulidad, tal y como escribía en mi columna “Europa”  no pueden estar más justificadas. La podredumbre de la mentira y la ciénaga de la corrupción lo inundan todo.
  
  Una amiga mía, Victoria, me decía el otro día, yo voy a votar, pero veo comprensible que la gente no lo haga, consciente de que finalmente su voto servirá para poco. La gente ya no cree en nada, pero, ¿Cómo salimos de esta situación? Para dejar algo hay que cambiar la manera de hacer las cosas y para eso hay que cambiar a los que las hacen, a los que gestionan. Unos creen que hace falta una ruptura total, otros creen en reformas de diversos calados. Para eso podemos otorgar nuestro voto a fuerzas políticas diferentes, en vez de seguir votando a los que luego provocan nuestras quejas. Izquierda Unida, UPyD o cualquiera de los partidos surgidos a raíz de la situación sociolaboral en la que estamos hundidos (aunque según Cañete seamos los Alemanes del sur o el PP haya conseguido que el enderezar el rumbo del barco a la deriva….sin contar que para ello han tirado por la borda a los pasajeros de los camarotes más modestos y han beneficiado a las élites) como PACMA, Podemos, Ciutadans o Primavera Europea. Pero en muchas personas la apatía ha calado tan hondo que ni se plantean coger una papeleta distinta a la de toda la vida. Muchos se lo habrán planteado pero albergan cierto reparo. Nos da miedo lo nuevo, nos da miedo el cambio.  De ahí ese refrán tan español de: Más vale malo conocido que bueno por conocer.


   Igual nos deberíamos plantear el cambio, aunque estemos inseguros, arriesgar, porque quizá no podamos ya ir a peor. La metáfora está hecha: El Atlético de Madrid se ha impuesto a los dos grandes equipos de toda la vida. Es posible que sea hora de que se impongan otras fuerzas políticas a las dos tradicionales que harían lo que fuera por perpetuarse en el poder y mantener los beneficios.  Lo de la regeneración política y democrática del sistema no es nada nuevo, y en estos momentos, en distintos aspectos de nuestra vida política y de estado parece que urge cada vez más. A mí, que quieren que les diga, pero me hacía ilusión.