lunes, 24 de marzo de 2014

Transiciones

 Hasta dos kilómetros ha llegado a medir la cola que se ha formado para rendir el último homenaje a Adolfo Suarez. Miles de ciudadanos que esperan una media de cuatro horas para entrar en la sala “De los pasos perdidos” del congreso de los diputados, convertida en capilla ardiente hasta las diez de la mañana de mañana. Ayer conocíamos la noticia de su fallecimiento al filo de las tres y cuarto de la tarde y, desde entonces, se han sucedido los mensajes de condolencia y lamentaciones. Los periodistas han podido escribir con tiempo la crónica de una muerte anunciada. Hace unos días, su hijo, Adolfo Suarez Illana, advertía del inminente desenlace de la larga enfermedad neurodegenerativa que padecía el primer presidente de la democracia. La noticia pues, ya había sido anticipada y se preparaban los detalles del cortejo fúnebre cuando Suarez aún estaba vivo, pero ya todos sabían que el final estaba próximo. La muerte siempre es un drama, aunque, a veces, supone un alivio si la persona y su entorno estaban sufriendo constantemente, si la transición entre la vida y la muerte es larga y penosa.

  Nada como que uno se muera para que hablen bien de él, hoy todo han sido elogios y palabras bonitas. Todos, independientemente de posturas e ideologías, incluso por parte de aquellos que en su día lo criticaron y arremetieron abiertamente contra él .Desde el “Gracias presidente” a “Adiós a un mito” o “Adiós al motor de la transición” eran algunos de los principales titulares de la prensa nacional e internacional. Honores de estado para un hombre de estado del que, no han sido pocos los que han resaltado su disposición al diálogo, su querencia de consenso, su valentía, lo rompedor de sus formas, la manera en la que se adaptó a la sociedad y su coraje. Ya sabemos que el aeropuerto Madrid –Barajas pasará a llamarse aeropuerto Adolfo Suarez, siguiendo la línea del JFK estadounidense o del parisino Charles de Gaulle. 

  Decía esta mañana Rodríguez Zapatero que no se debe caer en la alabanza tonta porque si, que hemos de respetarlo y reconocerlo de manera de manera crítica. El caso es que el fallecimiento de Suarez nos ha dejado algunas imágenes un tanto insólitas, la unión de todos los políticos, el consenso en su alabanza. Hay quien dice que con Suarez no solo se entierra a Suarez, sino también a una forma de hacer política. Nos deja la comparación entre los “políticos de antes” y “los políticos de ahora” en la que no hace falta decir quien sale perdiendo. Nos recuerda la enorme importancia de la política y su capacidad para cambiar la situación. Si pensamos en la transición a todos, la hayan vivido o no, les vienen a la mente la ley de la reforma política, los Pactos de la Moncloa, en los que se pusieron de acuerdo todas las fuerzas políticas, cediendo y dialogando, con el principal objetivo de reducir el paro y la inflación, la constitución de 1978 y un tipo de Cebreros que, es cierto, pertenecía al régimen Franquista, consiguió estabilizar una situación complicada y encauzarla de una manera más que aceptable

  No todo fue bonito, la transición tiene sus sombras. De hecho no son pocos los críticos, los que consideran que el mérito fue enteramente de la sociedad y que el mito no fue tanto: se estableció un régimen en el que, disfrazados, la élite seguía estando compuesta por los mismos tal y como denuncia y describe ampliamente Carlos Elordi en su libro “¿Quiénes mandan de verdad en España?” y la constitución, votada por una sociedad determinada y bajo unas circunstancias y presión excepcionales establecía determinados aspectos que han cambiado mucho con el paso del tiempo. Se reabre por tanto el debate de reformar o no la constitución (y algunas de las leyes de la transición como la de amnistía, que hoy no tiene el más mínimo sentido. Y es que quizá ya sea hora de que haya vencedores-democracia- y vencidos-dictadura. O al menos de que los vencidos y los desprotegidos no sean los que lucharon por la democracia), para muchos intocable, sagrada. Es evidente que la constitución del 78 fue un logro, pero no es sagrada. Las leyes están para favorecer a las personas de la mejor manera en un tiempo y en una sociedad concreta, pero la sociedad ha cambiado. La mayoría de las personas que vivimos en España no votamos aquella constitución y hay que modificar modificaciones como el artículo 125, que prioriza el pago del déficit por encima de todo,el tratamiento para con la religión católica, o algo tan importante como la forma de estado porque la monarquía y la democracia ni casan ni riman en ningún sentido.

   Es, cuando menos, simbólico que fallezca Suarez (el “promotor de la restauración de la democracia” horas después de la celebración de una de las mayores, si no la mayor manifestación en España, las marchas del 22M (también día histórico), por la dignidad y contra la degradación de esta democracia. Unas marchas multitudinarias sobre las que ya escribí el pasado artículo que fueron todo un éxito. Un éxito del que muchos se han quedado con la anécdota, con los violentos que, al final, generaron disturbios y convirtieron Colón en una batalla campal contra la policía y que se saldó, según las cifras oficiales, con 24 personas detenidas(el juez ha mandado a prisión provisional a gran parte de ellas) , 27 manifestantes heridos y 70 policías heridos a manos de grupos violentos que se ensañaron con los agentes y con el mobiliario Urbano(Hemos visto diversos vídeos en los que la policía se extralimitaba y abusaba de poder y autoridad de manera irracional, todo hay que decirlo). Pero, diferenciemos y no mezclemos al reducido grupo de violentos que acuden a las manifestaciones para eso, con la inmensa mayoría de los ciudadanos que ejercieron de manera pacífica el libre y sano ejercicio de manifestación. No queramos generalizar ni empañar la manifestación, porque es indignante y bochornoso, poco menos que un insulto, convertir la anécdota en categoría, ni ridiculicemos el número de manifestantes como han hecho muchos medios de comunicación cuyos titulares del domingo daban una mezcla entre pena, rabia y vergüenza. Una enorme marea humana que clamaban por lo más básico y contra un sistema que está dejando a demasiada gente por el camino, contra una forma de hacer política que distribuye de forma tan injusta los beneficios como los sacrificios. Que clamaban quizá, por otra transición, dejando claro que tienen muy claras determinadas cosas. Es ahora, en una época de apatía política, cuando más necesitamos de la política, del coraje, de la valentía, del sentido común para efectuar un viraje importante a la situación