sábado, 2 de noviembre de 2013

Uno contra muchos

     Este papa no deja de sorprender. Desde que el argentino, Jorge Mario Bergoglio asumió el más alto cargo del vaticano y, por tanto, la cabeza del cristianismo sus gestos no dejan de desconcertar. Desde luego, un papel más activo y un discurso algo menos inmovilista que el de los papas anteriores no era algo muy difícil de conseguir. Pero este hombre ha llegado fuerte, si no físicamente porque en cuatro años alcanza sus ocho décadas de permanencia en la tierra, si en sus convicciones. Así el Papa revolucionario, ha tendido desde el primer momento a acercarse a sus fieles, a tocarles físicamente, se ha mojado en el asunto de la pederastia y, siendo cierto, que queda por ahí un transfondo oscuro en lo que respecta a su relación con la dictadura argentina, a los dirigentes devotos les sacó los colores calificando de vergüenza la acción de las autoridades en el naufragio de Lampedusa. Ha asegurado que el apuesta por una iglesia de base, que hay que estar con los más desfavorecidos y que la doctrina del cristianismo no puede quedarse en mero formalismo. De hecho hasta ha tachado a la curia del vaticano de ser la lepra del papado, porque solo se ocupa de ella. También ha expresado, por ejemplo, su opinión respecto al tema de las mujeres en la iglesia, cree que también deben ostentar el poder, en la iglesia, como en todos sitios, dijo.Cuanto va a durar este hombre al frente de la iglesia? Es la pregunta que, después de cada gesto del pontífice, porque la situación para una gran parte de la iglesia anclada en el pasado, de una iglesia que quiere seguir como hasta ahora y a la que no le va tanto movimiento debe ser la ideal para dar un “golpe de estado clerical”. No deben ser pocos los que se lo hayan planteado.

     Su penúltima acción fue la de expulsar temporalmente de su diócesis a un obispo alemán debido a un escándalo sobre un proyecto de 31 millones de euros para construir una nueva residencia y otras renovaciones. Igual porque no cuadra mucho con esto de la humildad, pero tampoco es que el viva en el más modesto de los hogares, todo hay que verlo. Lo último, lo que me ha impulsado a escribir hoy sobre el hombre de la sotana inmaculada es que ha tenido otra curiosa iniciativa. El papa saca unas encuestas que piden opinión a los católicos sobre gais, divorcio y natalidad. La encuesta, que tendrán que responder desde obispos a monjas, incluyendo a laicos y a los fieles afectados, no solo pide datos sobre todo aquello que preocupa a las nuevas familias —control de la natalidad, uniones civiles, nulidad matrimonial, hijos adoptados por parejas gais…—. También, o sobre todo, pide consejos. Jamás se había visto a un Papa organizando una asamblea mundial para conocer la situación real de su Iglesia y con la intención de recuperar a los fieles heridos por las circunstancias... La batalla con los viejos guardianes de la fe se augura larga y cruenta.

   A la iglesia, evidentemente, le hacía falta un lavado de cara. Cada día son menos los creyentes y más las personas que consideran a la iglesia como institución una farsa repleta de hipocresías. Muchos somos los que creemos que la iglesia ha sido y es una lacra para el avance y el progreso de la sociedad. No ha sido nunca la iglesia muy dada al progresismo, ni muy revolucionaria. Dudo que ahora, más allá del cambio de su cabeza más visible los obispos reduzcan de repente su opulencia, los monjes de la vieja guardia acepten la libertad de orientación sexual y dejen de aparecer casos de pederastia. Igual es porque me falta la fe, pero cuando uno ve como se recorta en sanidad y educación y el presupuesto destinado a la iglesia se mantiene totalmente invariable, intacto, o como algunos obispos justifican al hombre maltratador no le quedan muchas ganas para apoyar a la iglesia. Tampoco cuando ve como a cara descubierta y mostrando una total intransigencia los religiosos quieren entrometerse en la política y en la educación para adoctrinar a unos niños y convertirlos en los fieles que van perdiendo día a día. Muy buena la disposición de un papa que más vale que se ande con cuatro ojos, pero visto el panorama mucha fe hay que tener para albergar la esperanza de un cambio radical.