Hernando, Lamela o Fabra son algunos de los nombres del
día. El primero, portavoz del partido popular en el congreso, ha dicho hoy que
las víctimas del Franquismo actúan básicamente por y para conseguir subvenciones. A la empresa
del segundo, imputado por participar en el proceso de privatización y lucrarse
con ello, le ha encargado el ministerio de sanidad la privatización encubierta
de los hospitales de Ceuta y melilla. Al último le han caído hoy cuatro años
por cuatro delitos contra la hacienda pública, aunque con atenuante la
sentencia se queda a la mitad (ojo, que por un tartazo te condenan a nueve) y
posiblemente ni pise la cárcel. Se podría decir mucho más sobre cada uno de los
casos, pero no pretendo dedicarle hoy más espacio ni más tiempo a ninguno de
estos personajes.
No se si ustedes lo habrán escuchado en
alguna emisora de radio pero el nuevo spot contra la violencia de género es
realmente conmovedor, aunque no creo que
esa sea la palabra. Un corte en el que se escucha a un hombre dedicando
palabras cariñosas a una mujer que solloza de fondo, tras, deduciéndolo de las
palabras del hombre, haber sido
maltratada. Hoy, 25 de noviembre es el día mundial contra la violencia de
género. Uno de esos días mundiales que ojala no se tuviesen que “celebrar”. En
lo que va de año han sido asesinadas sesenta y nueve mujeres a manos de sus
parejas o ex parejas. La violencia de género como epidemia, con unas cifras
realmente brutales. Año tras año se repiten las secuencias, las escenas y los
casos de maltratos agresiones y asesinatos. Una epidemia que afecta a países en
todas las situaciones, resaltando titulares como este: Una de cada tres mujeres ha sido agredida por su pareja en Latinoamérica, o aquí en España Euskadi registra cada día
más de trece agresiones contra mujeres.
Un problema histórico cuyas causas
profundas no terminan de calar entre la población. Y es que, se repite una y
otra vez, la agresión no es algo que surja de un día para otro. Se precisa de
un proceso normalmente largo y continuado del que la víctima o no se da cuenta
o no quiere darse cuenta. Camuflando los celos y el espíritu posesivo y de
dominación bajo el amor, alimentando los roles sexistas,
asumiendo colectivamente lo inasumible llegamos a situaciones que no tienen
vuelta atrás. Porque todo empieza por el control sobre lo que lleva o no
lleva puesto la novia, continua por el control del móvil y de las amistades,
comienza por una represión camuflada y para algunas imperceptibles. Hemos de inculcar esto a los niños desde pequeños, educarlos en
la igualdad y suprimir tópicos y
estereotipos, que los tenemos hasta en el diccionario...y si no, fíjense en
algunas de las acepciones de masculino y femenino. Todo esto en la teoría queda
muy bien, pero si, en el fondo, no
acabamos de asumirlo nada de esto funciona. Porque ojo, esto no es solo cosa de
hombres, esto es cosa de todos. Hay mujeres que asumen y defienden la “posición”
histórica y tradicional de la mujer.
Como prueba el reciente y polémico libro de la autora italiana “cásate y se
sumisa” que, siguiendo la doctrina de la iglesia y la derecha de toda la vida,
también contribuye. Un libro en el que
muestra como la mujer debe ser para
contentar a Dios.exhibiendo su belleza para contentar al hombre, sin
llevarle nunca la contraria...amén de otras muchísimas vergonzosas y denigrantes lindezas y burradas sobre las que podría escribir
varios artículos. Un libro que, hasta el propio gobierno, Ana Mato
concretamente ha pedido que se retire
por constituir una falta de respeto
hacia la mujer.
Sesenta y nueve víctimas mortales, asesinatos
irracionales que han ido apareciendo en
pequeños cortes en los telediarios, miles de víctimas de maltrato físico y psicológico que forman parte de esta lacra social que es
la violencia de género. Una lacra que tenemos que combatir entre todos a través
de la conciencia, la educación y la sensibilización, un sinsentido cuya solución pasa , en primer lugar, por que
asumamos y le demos la importancia y el
calado que se merece. Ninguna muerte
tiene sentido, ninguna muerte ni
maltrato será nunca útil, pero si al menos
las víctimas o familiares sienten que
se toman medidas y se aboga por una eficaz política de prevención (recortando en los asistentes como se está haciendo actualmente
dudo que se consiga) para evitar que la cifra de las listas del maltrato,
independientemente de cuál sea su final, no sigan engordando, seguramente puedan
sentirse algo mejor.